Roghudi Vecchio
Roghudi Vecchio
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Geografía y ubicación

Ubicado en el corazón de Aspromonte, Roghudi se revela a los visitantes como un antiguo cofre del tesoro de historias y misterios: un pueblo olvidado por el tiempo que revela su encantadora majestuosidad solo a aquellos que se atreven a caminar por sus antiguos senderos. Aquí la naturaleza reina suprema. El paisaje rocoso de formas afiladas cuenta la historia del tiempo entre profundas gargantas y arroyos cristalinos. En este lugar suspendido entre el cielo y el lecho del río, el visitante queda envuelto en una atmósfera irreal, casi mágica. El silencio es el verdadero guardián del pueblo, interrumpido sólo por el susurro del viento que se insinúa entre las piedras de las viejas casas abandonadas, testigos de un pasado que aún resuena en el aire.

El antiguo Roghudi se eleva a 527 metros sobre el nivel del mar, enclavado en una cresta que desciende hacia el fondo del valle, protegido por el torrente Amendolea a la derecha y el valle de Furria a la izquierda. La posición estratégica y aislada ha hecho del pueblo un puesto avanzado natural en el corazón del Aspromonte, inaccesible y fascinante.

 

Orígenes y tragedia

Sus orígenes se pierden en los siglos, vinculados a la historia de las comunidades griegas de Calabria. El nombre en sí, "Righùdi" en dialecto griego, significa "rocoso", evocando el aislamiento y la naturaleza salvaje del lugar. Otra etimología remonta el nombre al griego “rogòdes” o “rhekhodes”, que significa “lleno de grietas” o “áspero”.

El terremoto de 1783 dañó gravemente la ciudad. En la década de 1970 una serie de deslizamientos e inundaciones la hicieron definitivamente inhabitable y fue declarada no apta para ser habitada. Los habitantes fueron trasladados al nuevo asentamiento de Roghudi Nuovo, construido más abajo en el valle.

Hoy en día, Roghudi Vecchio es un pueblo fantasma, pero visitarlo es un viaje en el tiempo, entre las ruinas que conservan el alma de una comunidad tenaz.

 

Un viaje a través del tiempo y las leyendas

Cada rincón de Roghudi cuenta una historia, cada camino conduce a un descubrimiento. El pueblo, ahora deshabitado, conserva intacta su alma, hecha de tradiciones, mitos y secretos enterrados en el corazón de la Calabria griega. Caminando entre casas en ruinas y antiguos caminos de herradura, uno tiene la sensación de estar suspendido en una dimensión atemporal, donde la frontera entre la realidad y la leyenda se disuelve.

 

Las Rocas Legendarias: El Fuerte del Dragón y las Calderas de Leche

Dos imponentes formaciones geológicas emergen con fuerza: la Fortaleza del Dragón, de perfil inquietante y conos que parecen ojos ardientes, y las Calderas de Leche, enormes calderos de piedra excavados por el tiempo.

Cuenta la leyenda que la fortaleza era el hogar de un feroz dragón, guardián de un tesoro. Exigía sacrificios regulares: leche o, en su defecto, vidas humanas. Sólo un sabio monje logró calmarlo con palabras, pero al morir el dragón volvió a exigir víctimas, empujando a los habitantes a huir del pueblo para siempre. Se dice que el tesoro aún está oculto y que sólo un sacrificio podrá revelarlo.

 

Curiosidades y leyendas

Un aspecto peculiar de la vida cotidiana era la protección de los niños: para evitar que cayeran de los acantilados, eran atados por los tobillos a cuerdas fijadas a las paredes. Una medida drástica, pero necesaria. Según algunas historias, en las noches más tranquilas aún se pueden oír los gritos de los niños provenientes de los acantilados… quizás sólo el viento, o quizás el recuerdo.

 

Poetas de Roghudi

Roghudi es la cuna de algunos de los poetas obreros más famosos de la Calabria griega:

• Angelo Maesano, conocido como Mastrangelo, autor del himno “Éla mu condà”, símbolo de la cultura greco-calabresa.

• Francesca Tripodi y Salvatore Siviglia, voces intensas de la poesía identitaria del territorio.

 

Reflexión

Roghudi es un lugar de memoria y reflexión. Cada piedra tiene una voz, cada ruina un recuerdo. El viento que sopla por las gargantas del Aspromonte lleva consigo las voces de quienes una vez habitaron estas tierras.

No es sólo un pueblo abandonado, sino un símbolo de resiliencia, de un vínculo profundo entre el hombre y la naturaleza, la historia y el mito. Roghudi continúa vivo, suspendido entre el pasado y la leyenda, dispuesto a revelar sus secretos a cualquiera que tenga el coraje de escucharlo.