En una sociedad que premia el aprovechamiento máximo del tiempo, cada vez hay menos espacio para la improvisación. Tratar el tiempo de ocio igual que el tiempo productivo de trabajo no solo provoca conflictos internos, sino que puede deteriorar las relacionesCuando saturamos el tiempo que deberíamos dedicar al ocio, perdemos la función primigenia que tiene no trabajar: permitirnos desconectar, relajarnos y dejar espacio para la improvisación.
El problema de buscar un hueco en la agenda para las quedadas con amigos: cuando la amistad se vuelve una obligación
Scritto il 03/05/2025
da Eva Machón Saavedra