El regreso de ‘Emily in Paris’, una de las series más vilipendiadas y populares de Netflix, pone de nuevo sobre la mesa el debate del placer culpable en las ficciones televisivasHa sido publicarse el tráiler de 'Emily in Paris' en redes sociales (Netflix lo compartió el pasado miércoles) y alzarse los cuchillos. Con la quinta temporada de las aventuras de Emily a punto (llegarán a la plataforma el 18 de diciembre), ahora con Emily en Roma, los espectadores se preparan para amarla u odiarla o ambas cosas a la vez. Para quien no conozca el fenómeno, explicaremos que el drama de Netflix está protagonizado por Lily Collins, que interpreta a la pizpireta Emily Cooper, una ejecutiva de marketing que se muda de Chicago a París para empezar un nuevo trabajo y nueva vida. No parece un material demasiado irritante a priori, pero se ha convertido en una de las ficciones favoritas para ser despellejada. No es un fenómeno nuevo. Del 'hate-watching', al que llamaremos benévolamente “visionado irónico”, hay constancia desde los noventa, pero probablemente haya estado siempre ahí y ha alcanzado su punto máximo gracias a las redes sociales y al 'streaming' que permite ver las series de un tirón. Ya no hay que plantearse si querías seguir perdiendo tiempo en esa serie que solo veías para burlarte porque la pausa entre capítulos es tan breve que no permite que te cuestiones en qué estás perdiendo el tiempo exactamente.
“¿Por qué la veo si odio a estos personajes?”: nueve series que muchos odian pero no pueden dejar de ver
Scritto il 05/12/2025
da Eva Güimil

